Esta noche vuelvo a ti,
una vez más estamos en estas áridas tierras del subconsciente
donde clavas otra vez las hojas afiladas del pensamiento,
dulce dolor que mortificas mi vida y a la vez le das sentido,
anhelando por el día en que mis cadenas se rompan liberando mi alma de esta agonía,
dulce dolor del martirio sobre la incertidumbre que da lo desconocido del futuro,
vuelves a caminar conmigo en estas negras arenas de este lúgubre desierto prohibido
bajo el rojo sol de los lamentos.
una vez más estamos en estas áridas tierras del subconsciente
donde clavas otra vez las hojas afiladas del pensamiento,
dulce dolor que mortificas mi vida y a la vez le das sentido,
anhelando por el día en que mis cadenas se rompan liberando mi alma de esta agonía,
dulce dolor del martirio sobre la incertidumbre que da lo desconocido del futuro,
vuelves a caminar conmigo en estas negras arenas de este lúgubre desierto prohibido
bajo el rojo sol de los lamentos.
Oh dulce pensar del fin que vienes a consolarnos,
oh gran pesar de lo dudado y del arrepentimiento cantad
mientras nuestro caminar sucumbe en las infernales arenas,
mirad mientras mi ser es devorado por este desierto
que alguna vez fue un bello jardín,
escuchad como el enfermizo trino de los sueños al morir
hacen coro al canto del pesar y levemente
intentan alegrar mi final,
apreciad como mi sangre roja brota
por las heridas del pensamiento y alimentan la arena
para que así brote los fieros cactus de mi vergüenza
por fallar una vez más.
oh gran pesar de lo dudado y del arrepentimiento cantad
mientras nuestro caminar sucumbe en las infernales arenas,
mirad mientras mi ser es devorado por este desierto
que alguna vez fue un bello jardín,
escuchad como el enfermizo trino de los sueños al morir
hacen coro al canto del pesar y levemente
intentan alegrar mi final,
apreciad como mi sangre roja brota
por las heridas del pensamiento y alimentan la arena
para que así brote los fieros cactus de mi vergüenza
por fallar una vez más.
Escuchad los malditos aullidos de mis miedos
que me asechan desde las dunas de mi inseguridad,
mirad como rodean a esa bella mujer
que me ha dejado escapar un sinfín de veces
solo para verme volver a este ruin desierto,
puedo percibir su lástima,
a pesar de solo cumplir con su debe
siente compasión de mí,
o eso es lo que imagino al ver sus oscuros ojos,
tal vez por esto decido brindarle a ella mi última sonrisa
cuando me acerco y tomo su fría mano con firmeza,
con gran delicadeza retira los cuchillos del pensar
para luego brindarme refugio en sus brazos,
allí fue cuando supe que mis cadenas se habían roto
y mi alma al fin la acompañaría a un nuevo jardín.
que me asechan desde las dunas de mi inseguridad,
mirad como rodean a esa bella mujer
que me ha dejado escapar un sinfín de veces
solo para verme volver a este ruin desierto,
puedo percibir su lástima,
a pesar de solo cumplir con su debe
siente compasión de mí,
o eso es lo que imagino al ver sus oscuros ojos,
tal vez por esto decido brindarle a ella mi última sonrisa
cuando me acerco y tomo su fría mano con firmeza,
con gran delicadeza retira los cuchillos del pensar
para luego brindarme refugio en sus brazos,
allí fue cuando supe que mis cadenas se habían roto
y mi alma al fin la acompañaría a un nuevo jardín.
Por: Miguel Eduardo Bayter
Quintana
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